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Descripción

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La reina Espartana Gorgo les cuenta a los espartanos sobre la batalla de Maratón, en la que el rey Darío I de Persia fue asesinado por el general ateniense Temístocles. El hijo de Darío, Jerjes I, presencia la muerte de su padre, pero se le recomienda que no tome represalias. La comandante naval de Darío, Artemisia, una guerrera llena de maldad y astucia, le afirma al muchacho que las últimas palabras de Darío eran de hecho un desafío y envía a un drogado y sumamente deprimido Jerjes a un viaje a través del desierto, luego de que estuviera lamentando la muerte de su padre por siete días. Delirando por el calor y la sed, finalmente llega a una cueva donde habitan varios ermitaños, y entregándose a un poder ancestral completamente diabólico y perverso, se baña en sus aguas dejando atrás todo rastro de humanidad, y emerge transformado en un ser puro, limpio, pero totalmente lleno de maldad. Proclamándose como el «Rey Dios», Jerjes regresa a Persia y declara la guerra a Grecia.

Mientras las fuerzas de Jerjes avanzan hacia las Termópilas, Temístocles se reúne con el consejo y los convence de que le proporcione una flota para atacar a los persas en el mar. Temístocles luego viaja a Esparta para pedirle ayuda al rey Leónidas, pero es informado por Dilios que Leónidas está consultando al Oráculo, y Gorgo se resiste a aliarse con Atenas. Temístocles después se reúne con su viejo amigo Escilias, que se infiltró en las tropas persas y descubrió que Artemisia nació griega pero desertó a Persia porque su familia fue violada y asesinada por hoplitas griegos, y ella fue tomada como esclava sexual por los griegos, que la dieron por muerta en las calles. Ella fue rescatada y adoptada por los persas, siendo alimentada, educada y entrenada por los mejores generales del imperio. Su sed de venganza llamó la atención del rey Darío, quien la hizo una comandante naval después de que ella matara a muchos de sus enemigos.

Temístocles lidera a sus hombres, incluidos Escilias, Calisto (el hijo de Escilias) y quien era la mano derecha de Temístocles, Esquilo, hacia el Mar Egeo. Ellos arremeten con sus barcos contra las naves persas, matando a varios soldados antes de retirarse. Al día siguiente, los griegos empujan una de las naves persas a una grieta, donde encalla, y cargan contra las otras naves, matando a más persas. Impresionada por las habilidades de Temístocles, Artemisia lo trae a su barco, donde mantienen relaciones sexuales salvajemente mientras ella trata de convencerlo de unirse a los persas como su segundo al mando. Él se niega, lo que la convence de hacerlo a un lado y jurar venganza.

Los persas derraman alquitrán en el mar y envían atacantes suicidas a nadar y subir a los barcos griegos con sus bombas de fuego. Artemisia y sus hombres disparan flechas ardientes y antorchas para encender el alquitrán, pero Temístocles logra matar a uno de los soldados, que cae en el alquitrán llevando una antorcha, provocando que los barcos de ambos bandos exploten. Temístocles es arrojado al mar por una explosión y casi se ahoga antes de ser rescatado por Calisto, y se queda al lado de Escilias mientras sucumbe a sus heridas. Creyendo que Temístocles está muerto, Artemisia y sus fuerzas se retiran.

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